sábado, 28 de julio de 2018

HOY QUIERO SER ALMENDRO, de Mariví Verdú

Porque me necesito
hay veces que me pierdo
en mitad de la historia
y me retiro al huerto.
Tengo pocos olivos
y muchos sufrimientos
que, con pensar un poco,
me salen al encuentro.
Me hace falta estar sola,
apenas con mi cuerpo
y este espíritu mío
al que voy conociendo.
Sesenta y cinco años
llevamos discutiendo.
A veces sin hablarnos,
llegamos a un acuerdo
siempre tras de un desastre
con el amor por medio:
razón y corazón
llegan a poco arreglo.
Y así, por temporadas,
quitándome de en medio
doy tregua a los disgustos
que entre los dos mantengo.

¿Quién podrá castigarme
por mirar hacia dentro,
por buscar en la honda
tristeza de mi pecho
algún rastro que diga
que soy yo, que no he muerto,
que es la misma persona
que vivía entre versos?
la que se condolía
con el dolor ajeno
como si fuera propio
y sintiera en sus huesos
la carga de la vida
lastrando los recuerdos.
Aquella que era antes
no sé si sigo siendo:
memoria, risa y llanto
que persiste en el tiempo.
Por todo lo que he sido
hoy quiero ser almendro
y quedarme entre pájaros
escuchando el silencio.

28 de julio de 2018,  Mariví Verdú

lunes, 2 de julio de 2018

NUNCA MIS PIES PISARÁN ÍTACA, de Mariví Verdú

Fue una tarde
del tiempo azul de julio.

Con los brazos abiertos
me eché al aire, desnuda, desarmada,
invocando a la tierra
y al cielo luminoso,
con mi media docena de sentidos,
a Ponto, abandonados.
Hecha toda al latido del silencio,
voluntad de vivir sola entre lágrimas,
volé sufriendo y me encontré un presente:
el sol cayendo al agua
de la sabiduría.
Cegadora la luz de Kefalonia
y la sangre de Ulises
y el perfume de oro de Kavafis.
Todo pasó sin más mientras Apolo
me enseñaba los ojos de la noche
bajo el arco de plata.
Prisionera de amor,
luna de Argostoli,
divisando la aurora, fin dichoso,
solitario camino de la vida...
Nunca mis pies pisaran Itaca
pero estuve tan cerca...




 Mariví Verdú, casi rozando Ítaca.