jueves, 2 de agosto de 2018

MALAGUEÑA (Desde la albura)


Hace un año que tomé esta foto. Fue un regalo, como todos los amaneceres que vivo y disfruto desde este altozano. La paloma descansa en el farol de mi casa mientras observa, como yo, la salida del sol que hace todo lo demás, o sea, poesía pura, luz y sombra.

Yo no sé como sería
mi vida de no haber sido
la paloma mal herida
que nunca encontró su nido
y siempre anduvo perdida.

La malagueña la escribí hace cinco años. Vigente, claro está, hasta que no se demuestre lo contrario.
* A mis amigos, especialmente a los de Mar del Plata: Fabián y Gisela.