jueves, 7 de diciembre de 2023

JUANITA TORRES, IN MEMORIAM, por Mariví Verdú

Porque recordar es algo
que siempre nos enternece
y permite que las cosas
no se vayan para siempre.
(...) De su poema Nostalgia.

Ayer nos dejó Juanita Torres, poeta y amiga. Fui a despedirla de este mundo que compartíamos y amábamos. Llovía una lluvia fina. El color de la lluvia tenía mucho que ver con la tristeza del día.  Juanita se ha ido joven, niña diría yo. Se rebeló contra la vejez y se quedó en la infancia, aquella que proclamaba eterna Claudio Rodríguez y que ella no ha hecho más que corroborar. Anoche estuve viendo sus fotos y leyendo uno de sus libros de poemas “El color del río”, publicado en 1998.

El tiempo que me interesa
no está dentro del reloj;
tampoco en el calendario.
Sólo está en mi corazón.   
     VI Pensamiento

Juanita y yo nos conocimos hace muchos años en las reuniones de los domingos por la mañana en la Plaza de la Merced. Eran tiempos amables, éramos jóvenes aún y teníamos inquietudes literarias. Allí acudíamos los amantes de la poesía a mitad de la década de los noventa, con frío y con calor, al aire libre, sentados todos en los bancos y escuchándonos los unos a los otros. Siempre paraba algún curioso a ver aquel grupo tan heterogéneo que solo tenía en común algo tan etéreo como la Poesía. Algunos poetas venían de puntos distantes como Juan Arias, Paco Acosta,  Juan Perea Cerón y el director de Bib Azahar del que ahora no recuerdo su nombre, ellos  desde Alhaurín de la Torre. Amigas de aquel entonces como Pilar Bugella, Carmen Aguirre, Florita Pascual y Juanita Torres García pasaron después por el colectivo AME dejando una marcada huella de su paso. La AME son las siglas de la Asociación Malagueña de Escritores “Amigos de Málaga”, entidad que presidí entre los años 1999 y 2001 y que tanto bueno me ofreció desde las Bodegas El Pimpi con aquel plantel de artistas que se reunía por fin bajo un techo: El Palomar.

Juanita Torres García, buenísima madre de cinco hijos, ha sido poeta sensible y generosa. Estaba casada con Enrique Pérez Almeda, padre de sus hijos, maestro de escuela, excelente ajedrecista y pintor de renombre y obra extensa, nacido en Puente Genil en 1928 y que residía en Málaga desde 1946. Desde  quedar viuda el 5 de abril de 2012, Juanita ha vivido los últimos años de su vida retirada del mundo. Víctima de la triste enfermedad de Alzheimer, siempre estuvo arropada por su hija y por sus cuatro hijos, atendida y querida por todos, por sus nietos y su familia política. Hoy le hemos  dicho todos adiós, sus familiares y amigos, y nos queda el consuelo de que descansa en paz, una paz que nunca le faltó en su corazón.

(...) Y aunque parezca dormida,
descubrimos de repente
que la amistad nunca cambia
y está donde estuvo siempre.   
De su poema Nostalgia.

Vaya con estos cariñosos recuerdos hacia su persona y con sus versos todo el afecto que siento por ella y por cuantos trajo al mundo. Sí, gozo de la amistad de sus hijos, en particular de Carlos y Juan Manuel con quienes comparto afición literaria y pictórica y va para ellos y en recuerdo de esos padres que quise en vida y que recuerdo con todo mi cariño a través del tiempo.
 
A veces estamos solos
en medio de mucha gente,
pero sólo es un ensayo
para encarar a la muerte. (...)
 
De su poema Soledad.

Me gustaría ser creyente para poder decirle: hasta pronto, Juanita. De momento solo creo en la vida y en el maravilloso regalo de la amistad. 
Vives en nosotros, Juanita, y en tus palabras. 
Un beso allá donde estés.

Desde El Garitón, con los pies helados Mariví Verdú

 

domingo, 20 de agosto de 2023

LA SOMBRA INMENSA DE UNA MUJER MENUDA. A PAUL MANDEVILLE, por Mariví Verdú

Siempre fueron los dos como uno solo
y el camino lo hicieron de la mano,
no había Toti sin Paul, y él no tenía
más paz ni posesión que su mirada:
cielo claro, mañana luminosa,
con la calma del mar o con su brío
en las playas de El Palo...
Dos espejos de Kivu, lago eterno
del corazón de un África soñada
que siempre le sirvieron de refugio.
Pero Toti se ha ido hasta el silencio,
ha cerrado sus ojos y no sabe
que el mundo ya no es nada más que tierra
y que no vuelve a casa.
Tan solamente Paul se ha dado cuenta
del alcance de la palabra muerte.
La soledad es Paul. Y su recuerdo.
Y una tristeza alta, tan hermosa,
erguida cual ciprés, junco de oro
hablando con el aire de la nada,
perdido en horizontes tan celestes...
Con palabras no puedo decir llanto,
no sé decir adiós si es hasta luego.
Creí siempre en los dos a ciencia cierta.
Yo creo en el amor cuando te miro.

Este poema lo escribí hace cuatro años aproximadamente, el día 28 de septiembre de 2019, día de la despedida de Clotilde Vega Carrillo. Hoy, 20 de agosto de 2023, último domingo de la Feria de Málaga, me siento a escribir unas palabras nuevas para Paul que nunca leerá. Aunque las escribo por él y para él, son en realidad para abrir la espita de mi corazón que está a punto de estallar de tantas emociones. Paul Mandeville se nos fue el día 18  y se ha ido con casi un siglo a su espalda, un siglo de amor, de familia, de ideales, de trabajo: de generosidad.
La historia de este matrimonio que se quiso con verdadera pasión nos la han contado ellos y está en la memoria de internet, el primero por Juan Torres López y el segundo (Diario La Opinión de Málaga) por Alfonso Vázquez en los siguientes enlaces:

https://juantorreslopez.com/nina-de-la-guerra-y-mensajera-contra-los-nazis-la-vida-de-pelicula-de-toti-vega/

https://www.laopiniondemalaga.es/malaga/2019/09/30/toti-vega-memoria-resistencia-27720633.html

Mis vivencias con Paul y Toti han sido otras, ellos vivían una época de jubilación -pero de acción siempre, social y necesaria- y yo en mis momentos más intensos de vida social y cultural, la más efervescente y efectiva. Tiempos de finales de siglo corrían cuando el poeta Paco Parra propició nuestro encuentro. Ocurrió un treinta y uno de mayo del noventa y siete, aprovechando la estancia en casa de los Mandeville de Marcos Ana y la visita a Málaga del poeta Rafael Franquelo, fuimos a verles a su piso en El Palo Antonio Ligero y los poetas Parra, Franquelo y yo. Fue una tarde memorable. Oír las confesiones de Marcos Ana en viva voz sobre su vida, encarcelado desde la juventud por sus ideas políticas, libre desde que lo pariera su madre, fue tan interesante... también dio buena cuenta de la generosidad de los Mandeville al compartir su hogar y el tiempo que tenían para él  con nosotros brindándonos así la oportunidad de la amistad,  algo que ocurrió al abrir nuestros corazones, que nos pasó a todos y para todos. Extraordinario inicio para lo que llegaron a ser con el tiempo Paul y Toti en mi vida.

Después de aquel primer encuentro fueron impulsores y seguidores de “Calle del Agua” siendo Toti la socia nº 5 de nuestra asociación cultural. Desde entonces son muchas la veces que he estado con ellos y ellos conmigo, innumerables momentos de los que siempre quise dejar testimonio y fotos donde quedaran esculpidas nuestras sonrisas, pintados nuestros rostros, iluminadas nuestras miradas, unidas nuestras manos... Visitas a Comares, encuentros en el Ateneo, en El Garitón, en el Hogar del Jubilado de Carranque (donde venían a arreglar sus pies de manos de Inma Vicario), en El Rincón Cubano de la Feria de Málaga...

Recuerdo especialmente la Feria 2014, con la visita de sus nietos, los hijos de su hijo Pablo, la Familia de Ahmed Larinouna... Me pareció una verdadera feria con familia y flores en el pelo. Una semana antes habíamos estado comiendo en El Garitón todos juntos. Había venido también Paco Parra desde Comares con un taxista amigo que como era natural se quedó a comer con nosotros.


Recuerdo que después de la muerte de mi hijo Cheche hubo otra visita de Marcos Ana. Le habían contado mi desgracia y fui a visitarles. Así se puede leer su sentimiento en la dedicatoria de “Decidme cómo es un árbol”, palabras que comparto para dar gracias por tanto cariño recibido. Los tres besos que nos dábamos Paul, Toti y Marcos Ana se convierten desde hoy en recuerdos, en agradecimiento, en ternura para su eterna memoria.

Y es que cuando me pongo a cavilar en los que tengo más allá, tantos y tan importantes para mi vida, suelo irme del mundo por un tiempo indeterminado... Menos mal que vienen a rescatarme los que tengo todavía por aquí y me devuelven al mundo real, aunque ya no sé dónde está la raya que divide uno y otro mundo. Se rozan tanto que han llegado a formar una sola y constante forma alternativa. Sueño y misterio, vida y muerte, sentimientos y realidades distintas que se confunden para sacar de mí sonrisas y lágrimas, melancolía, tristeza... amor, en una palabra.

No sé cómo poner punto y final hoy a este texto que sale desde un lugar al que cada día conozco mejor y ocupa más parte de pecho. Descansa en paz, querido Paul. Mientras que viva estarás con Toti en mi recuerdo. Os quiero.