duplicando la luz, los sentimientos,
el goce sin igual de los encuentros
con la luz y el color de la Axarquía.
Aficiones habrán como la mía
de compartir miradas y momentos,
pero de ésta obsesión nacen mis cuentos,
nacen historias y nace la poesía:
todo lo guardo en la fotografía
y ella, a cambio, guarda mis pensamientos.
Copia reclama el cielo rosicler,
el naranjal y la Sierra de Tejeda,
y esos oros de Alhama y su Alameda,
Canillas y su eterno atardecer.
Olías, Venta Cárdenas...poder,
qué dichosa ventura si pudiera
eternizar Comares, que se viera
esa luz que luce cuando el mar
hasta el viejo balcón quiso llegar
anunciando, en enero, primavera.
Todo lo que llegaba a mi retina
fui guardando a través del objetivo,
y el paisaje quedó mudo y cautivo
en la cámara oscura y cristalina.
Entre luces y sombras, la divina
voluntad, el azar, la suerte, el sino,
-el haluro de plata, me imagino-
dispusieron que todo se velara
y que solo el recuerdo me dejara
de Parra, de su voz y del camino.
Viejo poema -de cuando las cámaras con carrete- olvidado en una libreta, Mariví Verdú
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