martes, 29 de enero de 2019

EL RINCÓN DEL OLVIDO, dedicado a muchos inocentes. A Eduardo Salles.

Quisiera ser creyente
para verte en la gloria,
para decir tu nombre con labios de esperanza,
como repite el mundo
sin saber lo que dice
relegando el presente al cielo prometido
(donde busca la plaza
reservada a su nombre
y que a nadie daría si llegara el momento).
Porque todo es mentira
y la gente es tan pobre...
No me fío del llanto, no quiero plañideras
en el reino del morbo
y de la hipocresía
solo quieren teatro: qué nos coman las fieras.
La gran verdad es otra,
es soledad y miedo
y un estúpido orgullo de rey de lo creado
que no admite la vida
como un todo, un milagro
que nos pone al humano a ras de las hormigas.
Y nadie reflexiona
que toda muerte es propia,
que se muere un pedazo de nuestro mismo espejo.
Se van de funerales
lo mismo que de bodas
como si doña muerte no les rozara apenas.
Así camina el mundo,
en su fiesta perenne,
y entre lágrima y risa no media una palabra.
Pero yo me he bajado
al borde del infierno
y os juro que está cerca, en el muro, en la playa.
La muerte no nos pone
en un lugar de honor
que a la postre ocupamos el rincón del olvido.
Tú te llamaste un día
pero ya no te llamas,
casi no nos da tiempo de aprender nuestro nombre.
Mis ojos son los ojos
de miles de criaturas
que vinieron a algo que no supieron qué.
Y por eso esta tarde
de finales de enero
observando la vida bajo el almendro en flor
el pedazo de cielo
que tengo, el que me dieran,
se lo doy muy gustosa a cualquier inocente.
Con mi más tierno abrazo
al héroe y al caído
que entre los dos se encuentra mi exiguo corazón.

Ilustración de Eduardo Salles (México, 1987), diseñador, ilustrador, escritor, publicista y estudioso de la cultura pop. Creador de Cinismo Ilustrado, un popular sitio donde sube ilustraciones críticas y diseños contra la humanidad, todo de su autoría.

sábado, 26 de enero de 2019

BARQUITO DE PAPEL, por Mariví Verdú


Felicidad es hacer
con cortecilla de  pino
y una vela de  papel
un barquito para el niño
que yo más quiero: Daniel.

Navegando por las aguas
dulces del abrevadero
ha pasado la mañana.

El sol estaba en el cielo
y el cielo estaba en el agua.

Y en el medio del pinar
con ilusión y cariño
los dos hicimos el mar.

Mariví Verdú
Refugio de  Juanar 26-1-2109

sábado, 12 de enero de 2019

CONFÍO PLENAMENTE EN EL SILENCIO, por Mariví Verdú

No sé qué tengo
que se me pegan al alma los recuerdos.
Las cosas se rodean
para hacerme con vida de los muertos,
para que acabe mía
la esencia que nos prueba que existieron.
Sus albaceas se asignan
las joyas, los inmuebles, los dineros...
pero a mí siempre me pertenecen
las fotos de la historia en blanco y negro.
Aunque no sea mi deber, los siento míos,
soy incapaz de deshacerme de ellos.
Al mirar unos ojos apagados
en su escala de grises y misterio,
por poca voz que tengan,
por muertos que estén sus dueños y más muertos
la mirada me habla en un lenguaje
que acabo yo viviendo sus momentos.
Sus pupilas dan órdenes precisas
y sus bocas musitan el secreto
expresamente dicho en el retrato
donde su ayer quedó preso del tiempo .
A veces me inoculan su tristeza
me piden, por piedad, cumpla sus sueños
colgándome en la mía sus exvotos,
esperando el milagro del regreso.
Pero yo soy de carne que se aflige
ante los sueños rotos. Este invierno
quiero a dar vida eterna a las reliquias
poniéndoles mi aliento entre los versos.
Es por amor que escribo en esta tarde
a la sombra que templa el mes de enero
y bendigo sus vidas con palabras
hechas mitad amor, mitad respeto.
Afirmo que una vida se resume
en lo que digan otros del ser muerto.
Yo dudo del futuro de mis fotos...
Confío plenamente en el silencio.                   


 Mariví Verdú                                     

 El Garitón  11/1/2019

martes, 1 de enero de 2019

AÑO NUEVO 2019, por Mariví Verdú


El año comenzó
con una pequeña copa de champán,
frente al televisor,
ante el reloj de siempre.
Solo le noté un cambio: que me apagaba números.
Tardé dos bolas más en tragarme las uvas.
Sola, juntando soledades
-éramos tres anoche-
cuatro, con la botella de champán,
sentí que mi memoria
iba apagando luces.
Se resiste a llorar.
El pasado no puede guardar tanta tristeza.
Que las noches se pasan
cargando nuestras penas
hasta que llega el día donde se para todo...
¿escogido?, ¿obligado?,
qué más da, llega el día que manda recoger.
Se anticipa en la foto y el color de mi pelo
pero yo me resigno
mientras lleno la copa.
Tomo alguna instantánea
de Magdalena y Pepe
y de su casa en ascuas como todos los años.
Solo mando tres wasap
y hay uno que contesta con la foto precisa.
Con todos conectados
parece menos fría la noche vieja vieja...
Pero solo parece,
la distancia es distancia aunque nos empeñemos
en tener siempre a mano el teléfono móvil.

Cojo el abrigo negro,
me lío la cabeza
con un viejo regalo de dos amigas buenas
y me salgo a la noche
llenísima de estrellas...
La gata viene a verme a la misma cancela.
y la gallina duerme -o vigila- y espera
encima del olivo la aurora que se acerca.

Para la madrugada
dejé luces abiertas.

Con la misma rutina
abrí anoche la puerta.
Cogí mis zapatillas,
mi pijama y mis letras
se quedaron dormidas
en mi alcoba serena.

Ayer fue tarde en rosa.
Hoy el alba despierta
con los mismos colores
que ayer se despidiera.
Y no ha pasado nada.
Soy la misma que era.
Un poco más cansada
y un poco menos muerta
que es la vida un milagro
por más que me envejezca.

Hoy, las primeras horas,
-vaya cosa molesta-,
las invertí en tirar
chats a la papelera
y el paseo de año nuevo
quedó para otra fecha.

Voy a barrer las hojas
caídas en mi acera.
Voy a seguir la ruta
como la primavera.

Con mis mejores deseos
para 2019, Mariví Verdú

Año Nuevo El Garitón