Mañana no voy a estar
para nadie, para nada,
solo para mi almohada,
buen sitio para pensar.
Voy a recapacitar
en las medidas que tome
y a ver cómo esto se come
porque nunca he sido vieja
y a mi vejez se empareja
la pena que reconcome.
Pocas fiestas he tenido
éste año que se fue,
en el que al menos viajé
a un lugar bien elegido
allá entre azules perdido
en el otro continente
donde muy probablemente
dejé un trozo de mi alma.
Allí fui buscando calma...
¡qué aroma dulce y caliente!
Y el año acabo en la casa
de las rosas florecidas
lamiéndome las heridas
de una pena que traspasa.
A veces no sé qué pasa
que quiero ser positiva
y se pone cuesta arriba
esta vida que me han dado
y me duele en el costado
por el hecho de estar viva.
Y sin embargo no quiero
dejar un poema oscuro
-es la verdad, os lo juro.
pero no sería sincero-.
Leyéndolo considero
que le falta una esperanza,
más fe, mayor confianza
para el nuevo año que viene
¡qué lo que falta lo llene
cualquier bienaventuranza!
Mariví Verdú
Víspera de Nochevieja 2019
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