Mañana no voy a estar
para nadie, para nada,
solo para mi almohada,
buen sitio para pensar.
Voy a recapacitar
en las medidas que tome
y a ver cómo esto se come
porque nunca he sido vieja
y a mi vejez se empareja
la pena que reconcome.
Pocas fiestas he tenido
éste año que se fue,
en el que al menos viajé
a un lugar bien elegido
allá entre azules perdido
en el otro continente
donde muy probablemente
dejé un trozo de mi alma.
Allí fui buscando calma...
¡qué aroma dulce y caliente!
Y el año acabo en la casa
de las rosas florecidas
lamiéndome las heridas
de una pena que traspasa.
A veces no sé qué pasa
que quiero ser positiva
y se pone cuesta arriba
esta vida que me han dado
y me duele en el costado
por el hecho de estar viva.
Y sin embargo no quiero
dejar un poema oscuro
-es la verdad, os lo juro.
pero no sería sincero-.
Leyéndolo considero
que le falta una esperanza,
más fe, mayor confianza
para el nuevo año que viene
¡qué lo que falta lo llene
cualquier bienaventuranza!
Mariví Verdú
Víspera de Nochevieja 2019
lunes, 30 de diciembre de 2019
domingo, 15 de diciembre de 2019
viernes, 13 de diciembre de 2019
VIAJE A NINGUNA PARTE. Asila, Chefchaouen o la Sierra de Mijas Penibética, por Mariví Verdú
Algunas veces tengo que levantar
el vuelo, unir orillas
y en un batir de alas
hacer de lejanías
esa dulce experiencia del abrazo. Hay dos momentos tristes:
uno, ese preciso instante cuando cierras
la puerta de tu casa
y te llevas el hueco de la paz
junto a las llaves.
El otro, cuando dices adiós
a la ternura de los ojos
que contigo disfrutan del paisaje,
cuando despides ese paisaje mismo
que se queda cerrado por tu ausencia
iluminado solo si le canto
o lo guardo en lo rosa del recuerdo.
Los momentos alegres
no son muchos,
siempre tienen que ver con el encuentro
de otras almas que buscan escaparse,
dejar el lastre opaco de lo absurdo
y esa pesada capa de rutina.
Pero somos los mismos donde estemos,
siempre somos espejos de otros hombres,
de cualquier ser humano extraviado.
Los momentos alegres son tan pocos...
No hay nada comparable a abrir
mi puerta, sentarme a meditar
que no he salido
por mar que haya cruzado,
por azules intensos que haya visto.
No salí de la casa de este mundo,
esa casa de Dios y la tristeza.
Viaje a Marruecos, diciembre de 2019
martes, 19 de noviembre de 2019
jueves, 14 de noviembre de 2019
martes, 12 de noviembre de 2019
martes, 5 de noviembre de 2019
domingo, 3 de noviembre de 2019
sábado, 26 de octubre de 2019
HAY QUE IR CONCLUYENDO, por Mariví Verdú
Hay que ir concluyendo,
acabando labores,
recogiendo los hilos,
las gafas, las tijeras
para que cuando llegue
todo esté recogido,
la labor terminada,
las agujas dormidas
sobre el alfiletero.
Hay que ir regalando
las copas de Bohemia,
los cuadros, los pañuelos,
los libros de Poesía...
-las joyas familiares
se las llevó algún caco
que no escribe poemas-.
No sé si querrá alguien
los libros religiosos,
los de Historia del Arte,
los discos de Flamenco...
pero ya poco importa:
vivo en jardín abierto,
ese no necesita
más que el sol y la lluvia...
Con la casa vacía
y el corazón a punto
no haré esperar a nadie
aunque cambien las horas.
Mariví Verdú
El Garitón, 26-10-2019
Foto: Pedro Durán
domingo, 20 de octubre de 2019
viernes, 27 de septiembre de 2019
miércoles, 25 de septiembre de 2019
domingo, 22 de septiembre de 2019
sábado, 21 de septiembre de 2019
jueves, 12 de septiembre de 2019
LA ALBAHACA Y LAS GOLONDRINAS, dos relatos de Pilar Z. Heras
La Albahaca
Albahaca, que bien suena esta palabra, y que bonita es, tan verde y
aromática. Unos días antes de la llegada de la primavera, por San José,
mi abuela Mamía sacaba sus semillas celosamente guardadas desde el año
anterior y las ponía en un sitio protegido, en varias macetas, a esperar
que salieran las plantitas.
Las que salían ya empezaban a oler con ese aroma que a nosotros nos gustaba, pero no a los mosquitos. Las trasplantaba y las regaba con mimo, nunca las olvidaba por muchas tareas pendientes que tuviera. Ellas crecían en forma de arbolito, que el viento mecía esparciendo su aroma.
Mi abuela las adoraba y estaba pendiente cuando las pequeñas florecillas blancas salían y las semillas para guardarlas nuevamente, no las abrazaba y besaba porque se podían aplastar, pero ganas no le faltaban. Le gustaba rociarlas con gotitas de agua con el tarrito que humedecía la ropa de la plancha.
El día que un tarrito parecido que contenía alcohol se cruzó en su camino, la pobre albahaca quedó hecha un fósil; de nada le sirvieron las duchas en la bañera ni ningún otro remedio. Cada vez que huelo la albahaca además de recordar la rica salsa al pesto pienso en mi abuela y en su amor por las macetas.
Al aspirar profundamente ese aroma, es a mi abuela a quien siento, y la veo tratando de salvar su maceta, a la que quemó sin querer con alcohol. Desde aquel día, Jamás ha durado una maceta de albahaca mas de una semana en la casa, por mucho mimo que se le dé, aunque se riegue con agua mineral se seca irremediablemente.
Las que salían ya empezaban a oler con ese aroma que a nosotros nos gustaba, pero no a los mosquitos. Las trasplantaba y las regaba con mimo, nunca las olvidaba por muchas tareas pendientes que tuviera. Ellas crecían en forma de arbolito, que el viento mecía esparciendo su aroma.
Mi abuela las adoraba y estaba pendiente cuando las pequeñas florecillas blancas salían y las semillas para guardarlas nuevamente, no las abrazaba y besaba porque se podían aplastar, pero ganas no le faltaban. Le gustaba rociarlas con gotitas de agua con el tarrito que humedecía la ropa de la plancha.
El día que un tarrito parecido que contenía alcohol se cruzó en su camino, la pobre albahaca quedó hecha un fósil; de nada le sirvieron las duchas en la bañera ni ningún otro remedio. Cada vez que huelo la albahaca además de recordar la rica salsa al pesto pienso en mi abuela y en su amor por las macetas.
Al aspirar profundamente ese aroma, es a mi abuela a quien siento, y la veo tratando de salvar su maceta, a la que quemó sin querer con alcohol. Desde aquel día, Jamás ha durado una maceta de albahaca mas de una semana en la casa, por mucho mimo que se le dé, aunque se riegue con agua mineral se seca irremediablemente.
Me asomo a la ventana y mirando a lo alto sonrío al ver la
belleza lejana de los vencejos planeando en el aire cálido. Tienen una
silueta parecida a las golondrinas de cerámica que tenía mi abuela en su
casa, que volaban hacia el techo; colgadas de un clavo grueso, en las
paredes altas, como en una primavera eterna
Mi abuela María
adoraba a las golondrinas, que hacían siempre sus nidos en la misma
viga, sobre su puerta de madera maciza y oscura, ella les hablaba
dulcemente en cuanto las veía traer las bolitas de barro para reparar
sus nidos del año anterior. Conocía muy bien a los pequeños
arquitectos de pecho blanco y mullido y disfrutaba mucho con su
algarabía
En este verano, un poco atrasado llegan a mi oído
los sonidos de la mañana, me hacen soñar con esas golondrinas cada vez
más escasas y viajar a otro tiempo con los ojos entornados. Solo el
rugido de la cafetera y el aroma del café me hace regresar, para llenar
la única taza que hay en la mesa y que está decorada con unas diminutas
golondrinas.
Pilar Z. Heras -Verano 2018
domingo, 8 de septiembre de 2019
lunes, 5 de agosto de 2019
domingo, 17 de febrero de 2019
FLOR DIMINUTA (a la flor del dinero), por Mariví Verdú
Nada más grande
que el prodigio que eres,
flor diminuta.
Si no estuvieran
mis ojos para verte
no lo sabrías...
Bella y sutil,
efímera es tu sombra
como la mía.
Mariví Verdú desde El Garitón,
Alhaurín de la Torre, 17/2/2019
(El primer haiku es del 19/8/2009,
la foto del 17 de octubre de 2017).
que el prodigio que eres,
flor diminuta.
Si no estuvieran
mis ojos para verte
no lo sabrías...
Bella y sutil,
efímera es tu sombra
como la mía.
Mariví Verdú desde El Garitón,
Alhaurín de la Torre, 17/2/2019
(El primer haiku es del 19/8/2009,
la foto del 17 de octubre de 2017).
lunes, 11 de febrero de 2019
ANOCHECE, por Mariví Verdú
Porque el momento rosa
es un momento gris,
naranja, rojo
y un lívido amarillo
en el fondo iriscente. Y lo cárdeno...
¡Qué inmenso hondón de fuego
hasta que todo queda azul y estrellas!
Anochece en El Garitón
Mariví Verdú
10 de febrero de 2019
es un momento gris,
naranja, rojo
y un lívido amarillo
en el fondo iriscente. Y lo cárdeno...
¡Qué inmenso hondón de fuego
hasta que todo queda azul y estrellas!
Anochece en El Garitón
Mariví Verdú
10 de febrero de 2019
martes, 29 de enero de 2019
EL RINCÓN DEL OLVIDO, dedicado a muchos inocentes. A Eduardo Salles.
Quisiera ser creyente
para verte en la gloria,
para decir tu nombre con labios de esperanza,
como repite el mundo
sin saber lo que dice
relegando el presente al cielo prometido
(donde busca la plaza
reservada a su nombre
y que a nadie daría si llegara el momento).
Porque todo es mentira
y la gente es tan pobre...
No me fío del llanto, no quiero plañideras
en el reino del morbo
y de la hipocresía
solo quieren teatro: qué nos coman las fieras.
La gran verdad es otra,
es soledad y miedo
y un estúpido orgullo de rey de lo creado
que no admite la vida
como un todo, un milagro
que nos pone al humano a ras de las hormigas.
Y nadie reflexiona
que toda muerte es propia,
que se muere un pedazo de nuestro mismo espejo.
Se van de funerales
lo mismo que de bodas
como si doña muerte no les rozara apenas.
Así camina el mundo,
en su fiesta perenne,
y entre lágrima y risa no media una palabra.
Pero yo me he bajado
al borde del infierno
y os juro que está cerca, en el muro, en la playa.
La muerte no nos pone
en un lugar de honor
que a la postre ocupamos el rincón del olvido.
Tú te llamaste un día
pero ya no te llamas,
casi no nos da tiempo de aprender nuestro nombre.
Mis ojos son los ojos
de miles de criaturas
que vinieron a algo que no supieron qué.
Y por eso esta tarde
de finales de enero
observando la vida bajo el almendro en flor
el pedazo de cielo
que tengo, el que me dieran,
se lo doy muy gustosa a cualquier inocente.
Con mi más tierno abrazo
al héroe y al caído
que entre los dos se encuentra mi exiguo corazón.
Ilustración de Eduardo Salles (México, 1987), diseñador, ilustrador, escritor, publicista y estudioso de la cultura pop. Creador de Cinismo Ilustrado, un popular sitio donde sube ilustraciones críticas y diseños contra la humanidad, todo de su autoría.
para verte en la gloria,
para decir tu nombre con labios de esperanza,
como repite el mundo
sin saber lo que dice
relegando el presente al cielo prometido
(donde busca la plaza
reservada a su nombre
y que a nadie daría si llegara el momento).
Porque todo es mentira
y la gente es tan pobre...
No me fío del llanto, no quiero plañideras
en el reino del morbo
y de la hipocresía
solo quieren teatro: qué nos coman las fieras.
La gran verdad es otra,
es soledad y miedo
y un estúpido orgullo de rey de lo creado
que no admite la vida
como un todo, un milagro
que nos pone al humano a ras de las hormigas.
Y nadie reflexiona
que toda muerte es propia,
que se muere un pedazo de nuestro mismo espejo.
Se van de funerales
lo mismo que de bodas
como si doña muerte no les rozara apenas.
Así camina el mundo,
en su fiesta perenne,
y entre lágrima y risa no media una palabra.
Pero yo me he bajado
al borde del infierno
y os juro que está cerca, en el muro, en la playa.
La muerte no nos pone
en un lugar de honor
que a la postre ocupamos el rincón del olvido.
Tú te llamaste un día
pero ya no te llamas,
casi no nos da tiempo de aprender nuestro nombre.
Mis ojos son los ojos
de miles de criaturas
que vinieron a algo que no supieron qué.
Y por eso esta tarde
de finales de enero
observando la vida bajo el almendro en flor
el pedazo de cielo
que tengo, el que me dieran,
se lo doy muy gustosa a cualquier inocente.
Con mi más tierno abrazo
al héroe y al caído
que entre los dos se encuentra mi exiguo corazón.
Ilustración de Eduardo Salles (México, 1987), diseñador, ilustrador, escritor, publicista y estudioso de la cultura pop. Creador de Cinismo Ilustrado, un popular sitio donde sube ilustraciones críticas y diseños contra la humanidad, todo de su autoría.
sábado, 26 de enero de 2019
BARQUITO DE PAPEL, por Mariví Verdú
Felicidad es hacer
con cortecilla de pino
y una vela de papel
un barquito para el niño
que yo más quiero: Daniel.
Navegando por las aguas
dulces del abrevadero
ha pasado la mañana.
El sol estaba en el cielo
y el cielo estaba en el agua.
Y en el medio del pinar
con ilusión y cariño
los dos hicimos el mar.
Mariví Verdú
Refugio de Juanar 26-1-2109
sábado, 12 de enero de 2019
CONFÍO PLENAMENTE EN EL SILENCIO, por Mariví Verdú
No sé qué tengo
que se me pegan al alma los recuerdos.
Las cosas se rodean
para hacerme con vida de los muertos,
para que acabe mía
la esencia que nos prueba que existieron.
Sus albaceas se asignan
las joyas, los inmuebles, los dineros...
pero a mí siempre me pertenecen
las fotos de la historia en blanco y negro.
Aunque no sea mi deber, los siento míos,
soy incapaz de deshacerme de ellos.
Al mirar unos ojos apagados
en su escala de grises y misterio,
por poca voz que tengan,
por muertos que estén sus dueños y más muertos
la mirada me habla en un lenguaje
que acabo yo viviendo sus momentos.
Sus pupilas dan órdenes precisas
y sus bocas musitan el secreto
expresamente dicho en el retrato
donde su ayer quedó preso del tiempo .
A veces me inoculan su tristeza
me piden, por piedad, cumpla sus sueños
colgándome en la mía sus exvotos,
esperando el milagro del regreso.
Pero yo soy de carne que se aflige
ante los sueños rotos. Este invierno
quiero a dar vida eterna a las reliquias
poniéndoles mi aliento entre los versos.
Es por amor que escribo en esta tarde
a la sombra que templa el mes de enero
y bendigo sus vidas con palabras
hechas mitad amor, mitad respeto.
Afirmo que una vida se resume
en lo que digan otros del ser muerto.
Yo dudo del futuro de mis fotos...
Confío plenamente en el silencio.
Mariví Verdú
El Garitón 11/1/2019
que se me pegan al alma los recuerdos.
Las cosas se rodean
para hacerme con vida de los muertos,
para que acabe mía
la esencia que nos prueba que existieron.
Sus albaceas se asignan
las joyas, los inmuebles, los dineros...
pero a mí siempre me pertenecen
las fotos de la historia en blanco y negro.
Aunque no sea mi deber, los siento míos,
soy incapaz de deshacerme de ellos.
Al mirar unos ojos apagados
en su escala de grises y misterio,
por poca voz que tengan,
por muertos que estén sus dueños y más muertos
la mirada me habla en un lenguaje
que acabo yo viviendo sus momentos.
Sus pupilas dan órdenes precisas
y sus bocas musitan el secreto
expresamente dicho en el retrato
donde su ayer quedó preso del tiempo .
A veces me inoculan su tristeza
me piden, por piedad, cumpla sus sueños
colgándome en la mía sus exvotos,
esperando el milagro del regreso.
Pero yo soy de carne que se aflige
ante los sueños rotos. Este invierno
quiero a dar vida eterna a las reliquias
poniéndoles mi aliento entre los versos.
Es por amor que escribo en esta tarde
a la sombra que templa el mes de enero
y bendigo sus vidas con palabras
hechas mitad amor, mitad respeto.
Afirmo que una vida se resume
en lo que digan otros del ser muerto.
Yo dudo del futuro de mis fotos...
Confío plenamente en el silencio.
Mariví Verdú
El Garitón 11/1/2019
martes, 1 de enero de 2019
AÑO NUEVO 2019, por Mariví Verdú
con una pequeña copa de champán,
frente al televisor,
ante el reloj de siempre.
Solo le noté un cambio: que me apagaba números.
Tardé dos bolas más en tragarme las uvas.
Sola, juntando soledades
-éramos tres anoche-
cuatro, con la botella de champán,
sentí que mi memoria
iba apagando luces.
Se resiste a llorar.
El pasado no puede guardar tanta tristeza.
Que las noches se pasan
cargando nuestras penas
hasta que llega el día donde se para todo...
¿escogido?, ¿obligado?,
qué más da, llega el día que manda recoger.
Se anticipa en la foto y el color de mi pelo
pero yo me resigno
mientras lleno la copa.
Tomo alguna instantánea
de Magdalena y Pepe
y de su casa en ascuas como todos los años.
Solo mando tres wasap
y hay uno que contesta con la foto precisa.
Con todos conectados
parece menos fría la noche vieja vieja...
Pero solo parece,
la distancia es distancia aunque nos empeñemos
en tener siempre a mano el teléfono móvil.
Cojo el abrigo negro,
me lío la cabeza
con un viejo regalo de dos amigas buenas
y me salgo a la noche
llenísima de estrellas...
La gata viene a verme a la misma cancela.
y la gallina duerme -o vigila- y espera
encima del olivo la aurora que se acerca.
Para la madrugada
dejé luces abiertas.
Con la misma rutina
abrí anoche la puerta.
Cogí mis zapatillas,
mi pijama y mis letras
se quedaron dormidas
en mi alcoba serena.
Ayer fue tarde en rosa.
Hoy el alba despierta
con los mismos colores
que ayer se despidiera.
Y no ha pasado nada.
Soy la misma que era.
Un poco más cansada
y un poco menos muerta
que es la vida un milagro
por más que me envejezca.
Hoy, las primeras horas,
-vaya cosa molesta-,
las invertí en tirar
chats a la papelera
y el paseo de año nuevo
quedó para otra fecha.
Voy a barrer las hojas
caídas en mi acera.
Voy a seguir la ruta
como la primavera.
Con mis mejores deseos
para 2019, Mariví Verdú
Año Nuevo El Garitón
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