jueves, 15 de noviembre de 2018
BARI, por Mariví Verdú
Mi corazón en Bari.
No hubo más tiempo que un leve atardecer.
Tan eterno y preciso fue mi encuentro con Bari:
amarla, idealizarla, intuirla sencilla,
finamente grandiosa como el canto de un pájaro
y entregarme a su sombra.
Todo fue presentido en noches de nostalgia
cuando el pecho dolía por la palabra amor,
cuando un sueño volaba sobre el cielo infinito.
Oh delicado corazón de Doménico,
flor de la melodía en días de arco iris...
Cuánto lloraban las niñas guitarras
con la voz dulce y cavernosa de Nicola
que teñía de azul la cara gris del mundo...
Oh Bari, oh música marítima,
oh, reliquia del aire,
del mar, del cielo claro:
un silencio de luz rueda por tu llanura.
Desde tus bellas torres y alminares
no me dijiste adiós sino hasta siempre
susurrándome amores al oído.
Mariví Verdú
1 de julio de 2018
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