Perfuman sutilmente las violetas
y hay un tímido sol allá en el patio
que acrecienta los verdes del romero
aclarando sus flores
Tras la lluvia
la tierra más estéril da sus frutos,
dan zumo los limones, las naranjas
y hay un rojo reguero de madroños
para el dulce delirio de los pájaros
que cantan, embriagados, a la vida.
No cantar a la vida es un pecado,
no hacer lo que se sabe, agradecida...
Yo no sé bien qué hacer y lo que hago
es tan solo una estampa del momento.
Quién pudiera cantar, cantar bien alto...
Qué más quisiera yo
parecerme al jilguero,
al ruiseñor...
El Garitón, 17 de noviembre de 2018
Mariví Verdú
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