viernes, 13 de diciembre de 2019

VIAJE A NINGUNA PARTE. Asila, Chefchaouen o la Sierra de Mijas Penibética, por Mariví Verdú


Algunas veces tengo que levantar
el vuelo, unir orillas
y en un batir de alas
hacer de lejanías
esa dulce experiencia del abrazo.
Hay dos momentos tristes:
uno, ese preciso instante cuando cierras
la puerta de tu casa
y te llevas el hueco de la paz
junto a las llaves.
El otro, cuando dices adiós
a la ternura de los ojos
que contigo disfrutan del paisaje,
cuando despides ese paisaje mismo
que se queda cerrado por tu ausencia
iluminado solo si le canto
o lo guardo en lo rosa del recuerdo.

Los momentos alegres
no son muchos,
siempre tienen que ver con el encuentro
de otras almas que buscan escaparse,
dejar el lastre opaco de lo absurdo
y esa pesada capa de rutina.
Pero somos los mismos donde estemos,
siempre somos espejos de otros hombres,
de cualquier ser humano extraviado.
Los momentos alegres son tan pocos...
No hay nada comparable a abrir
mi puerta, sentarme a meditar
que no he salido
por mar que haya cruzado,
por azules intensos que haya visto.
No salí de la casa de este mundo,
esa casa de Dios y la tristeza.

Viaje a Marruecos, diciembre de 2019

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